Sin respuesta
Me dan miedo los hombres que chillan.
Esta tarde en mi calle un hombre le chillaba a alguien que se subiera al coche: que te he dicho que subas, gritaba. Gritaba de esa manera implicita en que no se alza la voz porque no es necesario, de la que se muerden las palabras. Al otro lado no había replica, solo una negativa silenciosa que enervaba aún más al energumeno que repetía cada vez más enfadado la orden.
Ni siquiera me he atrevido a asomarme para observar la escena y sobre todo a sus protagonistas. He sentido cierto tipo de miedo a hacerlo.
Al final se ha subido al coche, el energumeno ha dado un portazo y ha arrancado como si le persiguieran.
Quizás habría que perseguirle.
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