La pischina
Una de las cosas buenas que tienen las piscinas, y por extensión las playas, es que te puedes sobar y (sobre todo) te pueden sobar sin llamar en absoluto la atención.
Que si, que si, que es para repartirte bien la crema, no vaya a ser que te quede alguna lejana parte de tu anatomía sin ella o, peor aún, con un montón y te pongas, los dioses no lo quieran, morena a ronchos; pero eso es sólo una excusa.
3 comentarios
la geniera -
Uruviel, no puntualices que te habíamos entendido jeje
Uruviel -
Saludetes
Unadel85 -
Me desconciertas, geniera.