Últimamente todas las noches (de juerga) en Zaragoza se me parecen
Todo empieza con dos horas interminables, mirando un punto de la pared de enfrente y escuchando oyendo conversaciones, que no me interesan, aderezadas con cerveza. Después se cena en algún lugar de comida (medio)exótica (estoy deseando volver a poder pedir un bistec con patatas). A estas alturas, con un poco de suerte, el alcohol, y haberme quedado con hambre en la cena, empiezan a hacer efecto y ya todo me chupa un pie.
Y se acaba la noche, demasiado tarde, consumiendo algún cubata de garrafón infernal. Con otro poco de suerte me queda dinero para un taxi y mi cama parece (talmente) el cielo.
PD: Volvimos a encontrarnos con el sillón orejero (no, nada de casualidades y de lo pequeña que es Zaragoza, es que una de mis amigas sale no oficialmente con el amigo y claro, acabamos tos juntitos) y.. hasta me pareció simpático el chaval (claro que con lo que yo tenía alrededor hasta hablar sola era superdivertido).
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