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La geniera...y otros cuentos

Accidentes

El verano es una de las épocas propicias (junto con la Semana Santa y la Navidad) para que las "instituciones" (esos entes incorporeos y asentimentales) nos bombardeen con estadísticas acerca de los accidentes de tráfico. Cuántos, dónde y cómo se produjeron, cuántos muertos y heridos provocaron, sus edades y sexo, las causas fatales, cómo se podían haber evitado...
Yo he tenido un accidente de tráfico, al que se le podía llamar realmente así, y un "intento de" que se quedó en intento.
El accidente fue hace unos 19-20 años, mi mala memoria me impide concretar más. Ibamos toda la familia en el coche y un despiste nos hizo cruzarnos al carril contrario y acabar volcados en la cuneta con las ruedas mirando al cielo. Por el tiempo que duró y por la sensación de ingravidez y de chocar contra asientos y suelo (mi hermano y yo ibamos en la parte de atrás sin cinturon porque el coche no tenía) es posible que dieramos vuelta y media de campana pero por el recuerdo que tengo de la posición en que quedó el coche es posible que sólo dieramos la media.
A nadie le pasó nada (un par de chichones y poco más), pero recuerdo a mi madre gritándonos en el coche que si estabamos bien y me recuerdo a mi misma petrificada por el miedo e incapaz de articular palabra y la sensación de irrealidad que me acompañó varios días. Al coche tampoco le pasó nada, era nuevo y aún hoy se usa y sigue sin dar problemas.
El "intento de" fue hace unos 2-3 años. Yo volvía a Zaragoza denoche en autobús sin prestarle ninguna atención a la película que ponían (como siempre) y mirando por la ventanilla lo poco que la oscuridad permitía. Y entonces ví unos faros que se dirigían a nosotros por el carril contrario invadiéndo la cuneta y a su lado otros que invadían claramente el nuestro. El conductor del bus frenó y se echó ligeramente a la derecha para que pudieramos pasar los tres pero no fue suficiente. El autobús golpeó al coche que giró sobre si mismo entrando por completo en nuestro carril y ahí lo perdí de vista. El conductor dió un volantazo a la izquierda para no arrollarlo y otro a la derecha para evitar los coches que venían de frente y en esos apenas 3 segundos de maniobra yo pensé: uno, volcamos; dos, el terraplen que sigue al arcén es bastante alto así que nos la vamos a dar bien dada; tres, menos mal que estoy en la fila de asientos de la izquierda y así caeré sobre la gente y no directamente sobre el cristal.
Es curioso la velocidad a la que se piensa en situaciones de riesgo y mientras todo el mundo grita a tu alrededor y apenas les oyes como algo lejano.
Pero no pasó nada. El autobús recupero la vertical y se echó a un lado y al poco vino la guardia civil y otro autobús para que siguieramos nuestro camino.
Al final va a resultar que sí que tengo suerte.

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