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La geniera...y otros cuentos

Y a mi me daba igual

Pasaban ocho minutos de la hora de entrada y según las normas-no-escritas-pero-por-todos-conocidas para cualquier tipo de clase, desde parvulitos hasta los cursos del INEM, si  el profesor no ha aparecido pasados diez: eres libre.

Y ahí estaba yo, impasible ante la posibilidad de librarme de una clase y sólo expectante ante el asombro que me producía mi propia indolencia.

 

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