Y fuí tan torero por los callejones del juego y el vino
Te llama A, te propone un plan y antes de colgar te dice: y avisa a B.
Y tu, que no avisarías a B ni en artículo mortis para que te donara un riñón, pero que no saldrías sola con A ni aunque fuese el único ser vivo (uni o pluricelular) desde aquí hasta Andrómeda, piensas: "si no puedes arreglarlo, ponlo peor"; así que apuntas a B al plan.
Y ahí es cuando empiezas a beber y a hablar por los codos (combinación ésta que ha dado para una multitud de tragedias (vistas desde dentro y al día siguiente) y dos multitudes de comedias (vistas desde fuera y en vivo y en directo)).
Pero como no tienes suficiente aún, decides tirarle los trastos a una desconocida en un bar por el segundo motivo más irresistible que puede darse: que está tu ex delante. Ahí, cómo diciendo: ves... ves... lo tengo taaaaaaaaaan superado que... que... que puedo volver a hacer el ridículo delante tuyo.
Ole y ole.
Y claro, así acabas tú, con un pedo que no te lames, volviendo a casa (sola y a pie), destrozando cantando bajito una de Sabina, de la que, para escarnio propio, no consigues recordar más que una docena de versos y no seguidos.
2 comentarios
la geniera -
Ameba -