El buenismo
"Líbrame de las aguas mansas, que de las bravas me libro yo"
El buenismo es una práctica, por suerte, no demasiado habitual. Para contextualizar, digamos que podemos dividir a nuestros conocidos (por no ponernos a generalizar con la población del planeta) en grupos en función de su grado de bondad relativa (la bondad absoluta no existe). Así tendríamos a los que podemos calificar como buena gente, a los que podemos calificar como "ni pa ti ni pa mi" y a los que mantendríamos alejados de nuestras madres e hijas y si estuviera en nuestras manos también de convertirse en altos cargos de la administración; pues aún tendríamos un cuarto grupo, los buenistas. Los buenistas parecen buenos, actúan como si lo fueran, aconsejan, se ofrecen, muestran lo que podríamos denominar una actitud activa de bondad, ellos son buenos y quieren que se les reconozca por ello. Vienen a ser de la misma calaña moral de los que se autodefinen como los más humildes y se quedan tan anchos. Porque ellos parecen buenos, pero no lo son.
Dentro de los buenistas existen a su vez dos tipos. Tenemos los buenistas listos, que saben lo que son y se aprovechan de ello, y los buenistas lerdos, que creen que en realidad son buenos. Los especímenes del segundo tipo no sólo creen que se puede hacer distinciones a la hora de ser bueno, que es algo en lo que la mayoría podríamos estar deacuerdo, sino que se creen dotados con la capacidad de poder elegir quienes lo merecen y quienes no. Son jueces y parte. Son los peores de todos.
El problema es que no resultan fácilmente identificables. No se les ve venir hasta que es demasiado tarde. Es como tratar de agacharse en un bosque lleno de cazadores cuando suena un disparo; cuando lo has oido, ya ha pasado. Una vez caido el telón pasan por tu mente aquella vez que "despellejaron sutilmente" a alguien a sus espaldas (cinco minutos después de apoyarle en su desgracia y planear su salida del agujero con su inestimable ayuda), todas las anécdotas que contaban en las que curiosamente, de un modo u otro, siempre quedaban bien o cada vez que fruncían el ceño cuando no recibían su cuota de admiración pública por sus denodados esfuerzos por hacer felices a los demás.
Eso si, cuando se les descubre es imposible echarles nada concreto en cara, porque es más lo que dejan por hacer, nunca por su culpa obviamente, que lo que hacen. Apenas dejan tras de sí un poso amargo de decepción y esa duda que se instala en tu cerebro y de la que ya no te puedes librar y que te hace, o bien preguntarte constantemente si los que considerabas buenos todavía lo son (o si lo fueron alguna vez), o bien dividir a la gente entre los hijoputas y los ni fu ni fa y ahorrarte la duda.
5 comentarios
la geniera -
María, no había oido esa expresión nunca... me la apunto.
María -
Chiguita -
la geniera -
Yo soy mala-tonta con ínfulas de mala-lista... un fraude vaya XD
Marmotazgz -