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La geniera...y otros cuentos

De sueños que merecen palos (IX): 2x1

¿Cuánto hacía que no encabezaba con este clásico universal de mi "literatura"? Pues todo ese tiempo llevaba sin soñar o, mejor dicho, sin ser consciente de ello si nos acogemos a la teoría de que siempre se sueña.

Era ya mucho tiempo. Los echaba de menos. Lo necesitaba. Mi yo paranoico estaba más paranoico que nunca. "Y si nunca vuelvo a tenerlos?" "Y si me ha saltado un resorte cerebral de esos que tan pronto de vuelven psicópata como noctámbulo y mis sueños se limitan a la monótona reordenación de recuerdos?"

Estaba hasta por volver a los métodos clásicos y darme al alcoholismo salvaje. Pero no es un sistema 100% eficaz y a veces no me llegan sueños demasiado agradables.

Pero volvieron. Inexplicablemente, de manera fortuita y sin avisar, como la lluvia en verano. Es una pena que nadie me vea dormir porque se me debió dibujar una sonrisa que...

Volvía a tener 16 años (maldita edad) e iba a un colegio sospecho que católico, por las pintas, por los uniformes y porque todos mis compañeros no eran tal, sino que eran compañerAs.

Aquí me "asusté", porque el sueño se estaba despeñando peligrosamente hacia lo erótico-festivo... que oyes, nunca viene mal, pero no era lo que esperaba/quería en ese momento.

Pero entonces del aula normal, con su mapa de españa al lado de la pizarra, sus pupitres simétricamente ordenados, su ventanal a un lado y su todo (que mis sueños son paranoicos pero tienen todo lujo de detalles), saltábamos a la selva tropical en plan viaje de estudios. ¿Qué cómo se llega de un colegio ultracatólico en medio de Soria a la selva amazónica? Pues en bus... de toda la vida! (Que tendrán todo lujo de detalles pero de efectos especiales andan más bien excasos)

Y allí estábamos en medio de la selva, sorteando lianas y poniéndonos de barro hasta la rodilla pero, eso si, con nuestros impecables uniformes.

Es una pena que este no fuera uno de esos sueños multipersonaje o de narrador omnisciente, porque no llegué a verme. Y es que una servidora con 16 añitos y uniforme con su faldita y todo el copetín estaría para foto y directa al museo de los horrores a asustar viejas.

En fín. A la vuelta de nuestro viaje, además de perdérseme la maleta, también perdimos a un profe (en otra suerte de hilo argumental muy de actualidad porque el tipo en cuestión era cura y se le insinuaban ciertas tendencias efebófilas de esas que dice la Santa Madre Iglesia y que deben de ser menos pecado; y que claro al ser el colegio femenino pues le debíamos de venir fatal y el tipo aprovechaba los viajes para dar rienda suelta a sus más bajos instintos). Y al día siguiente en clase el resto de sus compañer@s no hacían más que elucubrar sobre las posibilidades de que acabara devorado por alguna tribu canival (pelín anclado en las pelis de Indiana Jones el equipo docente) y nos proponían hacer una colecta para que mandar una expedición de rescate.

Y aqui me desperté.

Debo decir que he omitido la parte erótico-festiva, que la hubo, por varios motivos entre los que se encuentra... y también. Aunque puedo confesar mi total ausencia de flexibilidad a la hora de montármelo en los típicos baños de instituto y... y hasta aqui puedo leer.

El segun.

Estaba yo tranquilamente aparcando la bici (no la de ahora, la de hace ya... la BH verde que recorría la plaza de mi pueblo con una sola pedalada) en un lateral de la portada del Museo del Prado que estaba en lo alto de las escaleras del Reina Sofía (de hecho, del Prado sólo había eso, la portada, el resto era Reina Sofia total). Un guardia se me quedaba mirando y yo sabía que iba a tener problemas con él.

Entro dentro del museo y tras recorrer unas cuantas salas llego a una repleta de chicas/mujeres recostadas en todo tipo de puffs, chaise longues y sofases varios. El museo había mutado en lupanar. Eso sí, era un lupanar lésbico... que no lo hace menos lupanar. Elijo una tipa (que ni recuerdo) y entramos en una habitación. Y cuando el sueño se iba a poner erótico-festivo... la habitación se inunda y a la tipa le salen dientes y extremidades de donde no deberían (pero todo a cámara lenta y con una luz de fondo). A todo esto el vigilante de la entrada me había secuestrado la bici.

Me cargo al bicho (no pregunteis) y salgo del museo-prostíbulo-parada de los monstruos y claro, la bici no está.

Me cargo al segurata (estaba yo después del ataque del bicho como para interponer una reclamación) y recupero la bici.

Y aqui me desperté.

Y aún hubo una tercera noche pero de ella sólo puedo apuntar que incluía una peli muda, un cisne enano con un canario dentro de una jaula y a un monologuista en un antro con un machete de carnicero imitando a Rajoy.

Viva yo!

4 comentarios

la geniera -

María, quéjate! es deporte nacional...

la castafiore, me has pillado! (coñe, no me había dado cuenta XD)

Marina... XD

Marina -

Del masaje del post anterior a este con tu faldita de colegiala, puedo decir, que necesito un valium xD.

Un saludo.

la castafiore -

Jajaja ¡Viva tú! En el primer, antes de apoquinar la pasta te despiertas, en el segundo a caballo regalado no le miras el diente, y sale como sale. Además le das matarile al pavo por un quitame alla esa BH, ¿Tu no serás un pelín rata, no?

María -

Mira... después de leerte, no me voy a quejar de lo que sueño.